LA VIDA DE GINÉS DE PASAMONTE
Por Santos Neira Gutiérrez
A la lectura de los textos sagrados, se le atribuyen
cuatro significados: literal, moral, alegórico y anagógico. No creemos que
llegue a tanto la lectura de la obra del hidalgo y caballero Don Quijote, pero
sí estamos seguros de que puede leerse de diferentes formas y la prueba es la
cantidad de literatura generada a cuenta de Cervantes. La forma de lectura
alegórica nos lleva a descubrir el libro de pasatiempos “empeñado” por
Ginés de Pasamonte, aquel “ladrón y embustero”.
Son muchas las curiosidades que encierra Don Quijote
desde la primera frase con la falta del lugar de la Mancha, territorio que se
presta a la polisemia, al pecado original, a la suciedad, o a “la seca”
de los árabes musulmanes. En esta tierra seca vive aún “la historia de un
hijo seco” del autor que, en la segunda frase del libro, nos envuelve en
torno a un menú de cinco platos y tres días: viernes, sábado y domingo.
Curiosamente se trata de tres días sagrados o festivos de las tres religiones
monoteístas que poblaban la España medieval y moderna hasta el siglo XVI.
Hoy, en pleno Siglo XXI, nos sigue llamando la
atención la convivencia toledana de las tres culturas que se acordó por
capitulaciones con Alfonso o Alonso VI, convivencia que, fuera de Toledo, suprimirán
primero los Reyes Católicos y más tarde los Austrias. Así, la ciudad de Toledo,
capital del reino Visigodo, Taifa y capital de la provincia de La Mancha, fue
una ciudad que albergó los símbolos celestiales religiosos: la luna los
viernes, estrellas el sábado y el sol los domingos.
El sol, astro rey que en La Mancha salía, sale y
saldrá siempre “por el antiguo y conocido campo de Montiel”, por el
Este, por el levante, el sol digo, nos lleva a la primera salida de Don Quijote
en viernes, a la salida del sol, al alba y valen las redundancias; día que
termina con una cena o sacramento de la Comunión en rito hispano-mozárabe, a
base de pan ácimo, pescado y vino, en conmemoración del milagro de la
multiplicación de los panes y los peces recogido en el Nuevo Testamento. Esta
celebración de cristianos viejos, llega hasta el presente en la Catedral
Primada de Toledo gracias al Cardenal Cisneros que en el Siglo XV se ocupó de
mantenerla. Cristianos viejos como Sancho Panza, pequeño y rechoncho como las
iglesias románicas. Don Quijote, por lo contrario, es alto y flaco como las
torres góticas o como los campaniles renacentistas, en un momento histórico de
enfrentamiento religioso católico, protestante y musulmán.
La segunda salida de Don Quijote y Sancho tiene
lugar por el mismo sitio, por el Este y con el mismo recorrido. Tras una larga
vuelta de 52 capítulos, como si de 52 semanas se tratara, el primer libro
termina en domingo, el día del sol que, cierra la novela tras una procesión, en
la que el “seco y amarillo” don Quijote se enfrenta a quienes hacen
rogativas para que llueva, dada la sequía. El día del sol que los cristianos
dedican a Dios, el Sunday inglés o el Solís latín, cierra esta
primera parte tras visitar el infierno, el purgatorio y el cielo, a imitación
dantesca y según la forma literal, estas visitas nos pasan desapercibidas.
Es un poco largo de explicar, pero sucede dentro de
la obra que, Cervantes cuenta en circunloquios, diferentes conceptos que, de
forma voluntaria, podemos deducir. Se trata de un gran ejercicio de comprensión
lectora, siguiendo de forma alegórica, el ejemplo del trabalenguas de “la
razón de la sinrazón…” Durante el resto de su vida, Cervantes intenta
darnos pistas sobre lo que deja cautivo o empeñado en su obra, y el pasatiempo
es desempeñar el libro de horas que, como calendario, como paso del tiempo,
dejó encarcelado.
La primera parte cierra el ciclo solar inspirado en
los Flos Sanctorum recomendados por el Concilio de Trento y por el
Imperio en el que nunca se ponía el sol, libros de inspiración detectados por
Avellaneda en su Quijote apócrifo y que tratamos de explicar en la publicación
que estamos preparando.
Nos dice Cervantes en el capítulo XXI: “Este es
el Caballero del Sol o el de la Sierpe”, pues el de la Sierpe será en la
segunda parte que nos relata el ciclo del agua como ciclo de vida. Comienza con
Júpiter Tonante y la lluvia en el capítulo I, para llevarnos a Ruidera y el nacimiento
del Guadiana, guiándonos a través del curso del Río Ebro hasta llegar al mar,
en Barcelona, donde Don Quijote pierde toda intensidad, mostrada en el
enfrentamiento con su paisano Sansón Carrasco, muriendo el espíritu aventurero
en el mar y, más tarde, el personaje en tierra de secano. El caballero del Sol,
el primero, seco, y el de la Sierpe como un río, son personajes del anterior
libro de Caballerías de Pedro Hernández de Villaumbrales, “La peregrinación
de la vida del hombre puesta en batalla debajo de los trabajos que sufrió el
Caballero del Sol en defensa de la razón”.
En la segunda parte, además del cambio de concepto
seco al mojado, cambiamos la iconografía cristiana por la mitología clásica,
protagonizada por los trabajos de Hércules. En ambos libros, vemos pasatiempos
dentro de dos “libros de horas” escritos a lo vulgar. En el primer tomo,
tenemos un calendario litúrgico, junto al calendario agrícola que nos trae
Sancho, astrología, bestiario, refranes y curiosidades. No debemos olvidar que,
durante la vida de Cervantes (1582), tuvo lugar el cambio del calendario
juliano al gregoriano, en el que se perdieron diez días, lo que podríamos
llamar, una pérdida de tiempo que Sancho declara en relación a las aspiraciones
de su amo: “obispo o emperador”.
“El tiempo no da lugar” para aburrir a la
persona lectora, pero en este Día del libro del annus horribilis de
2020, en el que el Mundo está encerrado, no podíamos olvidarnos de un libro
también encerrado desde 1605, “La vida de Ginés de Pasamonte”. Ahora
tenemos tiempo para desempeñarlo o rescatarlo, de lo contrario seguirá cautivo.
Cervantes hace un homenaje en la historia del “Capitán Cautivo” y rescatado, a
la Orden Trinitaria que le liberó y que, en el libro, ante nuestros ojos,
realiza la redención de una imagen mostrenca.
Tiempo de confinamiento donde la lectura nos abre puertas y con ella viajamos sin salir de casa.
ResponderEliminarEl trabajo de Santos Neira me ha hecho reflexionar y tener una visión nueva de la obra. No había leído ningún estudio en este sentido sobre nuestro libro universal y he de confesar que me ha iluminado y ayudado a entenderlo mejor. Volveré a meterme en su lectura con una nueva visión. Y me acercaré a la vida de Ginés de Pasamonte. ¡Gracias, Santos!
Muchas gracias por volver a ilustrarnos con estos retazos de historia.
ResponderEliminarOs leemos con interés.
Y gracias a Santos Neira por darnos otra visión de El Quijote